viernes, 26 de marzo de 2010

Paso 5: Comunión con Dios, mediante el estudio de su Palabra

Respirar no es la única necesidad del bebé recién nacido. Cuando ya está respirando bien, ¿cuál es la segunda necesidad que se debe atender? Definitivamente, la de alimentarse. La respiración es indispensable para vivir, pero la alimentación es indispensable para crecer y tener fuerzas. Una persona que no se alimenta bien no tiene fuerzas para vivir.

En el Lugar Santo encontramos alimento. Hay una mesa repleta de pan. Es la mesa de los panes de la presencia. Había 12 panes sobre ella, un pan por cada una de las tribus de Israel. “Cada torta debe pesar cuatro kilos” (Levítico 24:5). Esto significa que Dios provee de suficiente alimento para su pueblo.

El pan tiene muchos simbolismos, pero en esta ocasión haré referencia al que desprendemos de las palabras del Señor Jesús a Satanás: “Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios” (S. Lucas 4:4 RV60). Así pues, el pan representa la Palabra de Dios.

Este no es el único pasaje de la Biblia en que se simboliza a la Palabra con el pan o con el alimento. Por ejemplo, Jeremías escribió: “Al encontrarme con tus palabras, yo las devoraba; ellas eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo llevo tu nombre, Señor, Dios Todopoderoso” (Jeremías 15:16).

El alimento nos da energía para avanzar por el camino de la salvación. Sin el alimento de la Palabra de Dios, podemos desfallecer fácilmente. Por esta razón, el Señor Jesús dijo: “Ustedes estudian con diligencia las Escrituras porque piensan que en ellas hallan la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio en mi favor!” (S. Juan 5:39). La vida no puede sostenerse por mucho tiempo sin alimento.

¿Conoces el Salmo 23? Es probable que hasta de memoria lo sepas. Pero, ¿habías pensado que la mesa que aparece en este salmo es la mesa de los panes de la presencia? Hay algunas palabras claves que así lo indican. Pero primero debemos ubicarnos. La mesa de los panes estaba colocada en el lado norte del lugar santo.

El norte en la Biblia es más que uno de los puntos cardinales de la tierra. Con frecuencia no se refiere a una orientación geográfica, sino al lugar por donde llega el enemigo del pueblo de Dios para atacar. Babilonia, Medo Persia, Asiria, quienes históricamente invadieron a Israel, tenían su territorio al este de Israel. Pero un desierto se interponía entre ellos. Los ejércitos habrían perecido antes de llegar a Israel para atacarla. ¿Cuál era la solución? Rodear el desierto y llegar a Israel por el norte.

El principal enemigo del pueblo de Dios es Satanás. El profeta Isaías haciendo una referencia a la caída de Lucero (quien se convirtió en Satanás) escribió: “Decías en tu corazón: «Subiré hasta los cielos. ¡Levantaré mi trono por encima de las estrellas de Dios! Gobernaré desde el extremo norte, en el monte de los dioses.” (Isa 14:13). Satanás es el rey del norte, el que aflige (angustia) al pueblo de Dios.

Por eso el Salmo 23 dice: “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.” La copa a la que se hace referencia era parte de los utensilios que acompañaban a la mesa. En ella se colocaba el aceite para la libación.

Ciertamente la mayoría de los cristianos actualmente no padece persecución física, pero pronto vendrá una que sacudirá los cimientos de nuestra fe. ¿Podremos resistir dicho ataque? Sólo si nos hemos alimentado abundantemente con la Palabra de Dios.

Entretanto que ese momento llega, somos atacados por diversas crisis que nos causan gran angustia: los problemas económicos, la enfermedad, la muerte. Las malas noticias nos rodean y nos ahogan por todos lados y en todo momento. ¿Cómo enfrentarlas? ¿Cómo mantenernos en pie? ¿Cómo evitar desfallecer? Dios ha hecho provisión suficiente para todos por medio de sus promesas. Nunca se agotará el poder sustentador de su Palabra.

Por eso el Salmista dice: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo. Tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Salmos 23:4 RV60). Ante el desaliento, la Palabra nos alienta.

“Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar; aunque rujan y se encrespen sus aguas, y ante su furia retiemblen los montes” (Salmo 46:1-3)

Gracias por escribir sus comentarios. Continuará la próxima semana…


Todos los textos de la Biblia, excepto cuando se indica lo contrario, han sido citados de la Nueva Versión Internacional publicada por la Sociedad Bíblica Internacional en 1979.

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