viernes, 14 de enero de 2011

La ofrenda voluntaria para la construcción del Santuario

"El SEÑOR habló con Moisés y le dijo: Ordénales a los israelitas que me traigan una ofrenda. La deben presentar todos los que sientan deseos de traérmela. Como ofrenda se les aceptará lo siguiente: oro, plata, bronce, lana teñida de púrpura, carmesí y escarlata; lino fino, pelo de cabra, pieles de carnero teñidas de rojo, pieles de delfín, madera de acacia, aceite para las lámparas, especias para aromatizar el aceite de la unción y el incienso, y piedras de ónice y otras piedras preciosas para adornar el efod y el pectoral del sacerdote. Después me harán un santuario, para que yo habite entre ustedes. El santuario y todo su mobiliario deberán ser una réplica exacta del modelo que yo te mostraré" (Éxodo 25:1-9).
"El Eterno habló a Moshé, diciendo: Habla a los Hijos de Israel y que tomen una porción separada para Mí; de todo varón cuyo corazón lo motive tomarán mi porción separada. Esta es la porción separada que tomarán de ellos: oro, plata y cobre; lana turquesa, lana púrpura y lana carmesí; lino y velloncino de cabra; pieles de carnero teñidas de rojo, pieles de tejashim y madera de acacia; aceite para la luminaria, especias para el aceite de la unción y para el sahumerio de especias; piedras de ónix y piedras de engaste para el Efod y para el Pectoral. Harán un Santuario para Mí -y Yo residiré entre ellos- conforme a todo lo que Yo te muestro: el diseño del Tabernáculo y el diseño de todos sus utensilios; así harán" (Shemot 25:1-9).
Lo primero que me llamó la atención al comparar ambas traducciones fue el tono de la instrucción que Dios da. Mientras que en la NVI tradujeron ordénales a los israelitas, en la Torá dice simplemente, habla a los Hijos de Israel. Esta instrucción de Dios era para que separaran (lit. alzar, elevar) una porción de los bienes materiales que poseían y la entregaran voluntariamente. No se trataba de una orden que todos debían cumplir, sino sólo aquellos que eran motivados por su corazón. Una traducción posible para este término sería beneplácito o benevolencia, ya que estas palabras significan que se hace con buena voluntad.

La palabra ofrenda no aparece en el original, sin embargo se ha traducido así, quizás, porque una ofrenda es algo que se ofrece y se entrega voluntariamente, por beneplácito o benevolencia, motivado por el corazón. 

Rashí comenta que el término para Mí, realmente significa a Mi nombre, puesto que la expresión para mí en el original implica que se hace para alguien porque lo necesita; sin embargo, en este caso particular no puede significar que se toma esto que Dios pide porque Él lo necesita. Dios nunca pide algo, porque Él lo necesite (Salmos 24:1; Hageo 2:8). Siempre que pide algo es para beneficio de aquel a quien se lo pide (Romanos 8:28).

Si bien se trata de una ofrenda voluntaria, no significa que cada uno podía traer cualquier cosa. Dios enumera, a partir del versículo 3, la lista de artículos que podían ofrendar:
  • Metales: oro, plata y bronce (cobre)
  • Fibras para hacer las cortinas y vestimentas: lana turquesa, púrpura y carmesí; lino y velloncino (pelo) de cabra
  • Pieles: de carnero teñidas de rojo, de tejashim (delfín)
  • Madera: de acacia
  • Aceite y especias: para usar en el candelabro, la unción y el incienso
  • Piedras: ónix y piedras de engaste para el pectoral

Rasí comenta que la lana turquesa (tejélet) se refiere a lana teñida con la sangre de una animal marino llamado jilazón, cuyo color era verde azulado. La lana púrpura ser refiere a lana teñida con una clase de tinte cuyo nombre es argamán.

La lana carmesí (towlá)  era teñida con un tinte hecho con los cuerpos secos de la hembra del gusano “coccus ilicis”.

La palabra tejashim, ha sido traducida como tejones (RVR60) y como delfín (NVI). No hay un único criterio para identificar a qué tipo de animal moderno se refiere el término, por lo que muchos comentaristas concluyen que debe tratarse de un animal, muy probablemente marino, que se ha extinguido.

Rashí comenta que el Rabí Tanjumá explicó que por medio de la inspiración profética, Yaacob (Jacob) había vislumbrado que los hijos de Israel habrían de construir el Tabernáculo (mishkán) en el desierto y por ello, llevó estos árboles y los plantó en Egipto. Luego le encomendó a sus hijos que los llevasen cuando salieran de allí.

El aceite para el candelabro era aceite puro de oliva (Éxodo 27:20). El aceite de olivo para la unción debía ser mezclado con mirra, canela, caña aromática y casia (Éxodo 30:23-25).

Las especias para el incienso son: estacte (bálsamo, resina), uña aromática (onique), gálbano aromático e incienso puro (Éxodo 30:34).

Gracias por escribir sus comentarios. Continuará la próxima semana…

Todos los textos de la Biblia, excepto cuando se indica lo contrario, han sido citados de la Nueva Versión Internacional publicada por la Sociedad Bíblica Internacional en 1979.
Cuando se cita el pasaje bíblico con el nombre hebreo del libro, se ha usado el texto de la Torá con Rashí publicado por la Editorial Jerusalem de México en 2002.

viernes, 7 de enero de 2011

Construyendo un modelo a escala del Santuario

Al iniciar un nuevo año (2011) comenzaré a compartir mis nuevos aprendizajes sobre la estructura y muebles del Santuario. Estoy estudiando dos nuevas fuentes (nuevas para mí):

  • La Torá con Rashí: El Pentateuco con el comentario de Rabí Shelomó Itzjakí (Rashi), con traducción, elucidación y comentario de Aryeh Coffman. Editorial Jerusalem de México, 2002.
  • With Jesus in His Sanctuary. A walk through the Tabernacle along His way, de Leslie Hardinge. American Cassette Ministries, 1991.

Comencé a leer ambos, pero he sentido la necesidad de ir escribiendo notas y compartiéndolas, pues las oportunidades que tengo de presentar el tema en forma personal son mucho más limitadas que la audiencia potencial de este blog.

Este estudio tiene por objetivo afinar los detalles del modelo a escala que hemos construido y que nos ha servido para compartir el evangelio eterno a través de los símbolos en el Santuario.

Gracias por escribir sus comentarios. Continuará la próxima semana…

Todos los textos de la Biblia, excepto cuando se indica lo contrario, han sido citados de la Nueva Versión Internacional publicada por la Sociedad Bíblica Internacional en 1979.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Presentaciones en Powerpoint

Como regalo de navidad, para quienes lo han solicitado, he compartido las presentaciones en Powerpoint para los temas presentados anteriormente. Puedes verlos en el sitio http://www.scribd.com/document_collections/2776080 y si así lo deseas, puedes descargarlos.

Si te gustaría que presente los temas en tu iglesia, o que llevemos la réplica del santuario, envíame un mail a salvacionensimbolos@gmail.com para ponernos de acuerdo.

Visita nuestra página web en www.salvacionensimbolos.com y en Facebook, www.facebook.com/pages/SalvacionEnSimbolos/224972269340

Feliz Navidad y un próspero año 2011.

viernes, 9 de abril de 2010

Paso 7: Enfrentando el juicio final

Al final de su vida, el cristiano ha de enfrentar el juicio. El apóstol Pablo escribió: “¡Todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Dios!” (Romanos 14:10). No sabemos el momento en que esto sucederá, pero con certeza seremos de los primeros. El apóstol Pedro añade: “Porque es tiempo de que el juicio comience por la familia de Dios; y si comienza por nosotros, ¡cuál no será el fin de los que se rebelan contra el evangelio de Dios!” (1 Pedro 4:17).

Sí, el juicio empieza por aquellos que
  1. Reconocieron que son pecadores y necesitan un Salvador.
  2. Aceptaron a Cristo como su Salvador personal, quien murió en su lugar para poder ofrecerles vida eterna.
  3. Fueron purificados mediante el bautismo como testimonio público de su entrega a Cristo y la obra del nuevo nacimiento que obra el Espíritu Santo.
  4. Vivieron una vida en comunión con Dios mediante la constante oración.
  5. Se alimentaron con la Palabra de Dios y enfrentaron las angustias con las promesas que Dios les dio.
  6. Dieron testimonio personal de su decisión de seguir a Cristo ante quienes les rodeaban y les invitaron a seguir a su Salvador.
Al final, enfrentan el juicio prefigurado por el servicio que se realizaba en el Lugar Santísimo, en el Día de la Expiación.

Al atrio del santuario podía entrar cualquier pecador arrepentido, pero al lugar santo, sólo a los sacerdotes les era permitido entrar. El Lugar Santísimo era tan sagrado que ni siquiera los sacerdotes comunes podían ingresar. Sólo el sumo sacerdote y en un día particular del año podía traspasar el velo que dividía las dos secciones del tabernáculo (véase Hebreos 9:6,7).

Ese día era el Día de la Expiación que se celebraba el día diez del séptimo mes. En nuestro calendario no coincide con un día específico, sino que se ubica entre finales de septiembre y octubre. Algo así como la Semana Santa que no tiene fecha fija, sino variable.

Del primero al día diez del séptimo mes todo el pueblo de Dios hacía una preparación espiritual especial. Las trompetas tocaban cada día para anunciar este evento, el más importante del año. Todos debían revisar su vida y si había algún pecado del cual no se habían arrepentido, debían confesarlo y llevar su sacrificio. Porque el día de la expiación era considerado un día de juicio para los Israelitas. Quien no aceptaba el plan de Dios, sería “cortado de la congregación de Israel”.

En ese día se realizaba una ceremonia especial descrita en Levítico 16. Luego de ofrecer el sacrificio de cada mañana, el Sumo Sacerdote traía un becerro para ser sacrificado como “propiciación por él y por su familia. Degollará el novillo para su propio sacrificio expiatorio” (v.11).

“Luego tomará del altar que está ante el Señor un incensario lleno de brasas, junto con dos puñados llenos de incienso aromático en polvo, y los llevará tras la cortina; colocará entonces el incienso sobre el fuego, en presencia del Señor, para que la nube de incienso cubra el propiciatorio que está sobre el arca del pacto. De esa manera… no morirá” (v.12, 13).

Puedo imaginar la escena: el Sumo Sacerdote entrega el recipiente con la sangre del becerro sacrificado a otro sacerdote para que la agite constantemente, evitando así que se coagule mientras él ingresa con el incienso. Según el texto debe llevar dos puñados de incienso y el incensario. Es muy probable que al cruzar el velo cerrara los ojos y avanzaba a tientas hasta detenerse frente al arca. Allí colocaba el incienso en el incensario para que la nube de humo velara la gloria de Dios que brillaba sobre el Arca del Pacto. Esta gloria de Dios se conoce como la Santa Shekinah.

Cuando calculaba que ya todo estaba lleno de humo se atrevía a abrir sus ojos y descubrir que no había muerto en la presencia de Dios. Asentaba el incensario sobre el Arca del Pacto y salía del Lugar Santísimo. “Después tomará un poco de la sangre del novillo y la rociará con su dedo al costado oriental del propiciatorio; la rociará delante del propiciatorio siete veces” (v.14). Una vez realizada este ritual vuelve a salir, esta vez para encontrarse en el atrio con dos machos cabríos.

“Tomará los dos machos cabríos y los presentará ante el Señor, a la entrada de la Tienda de reunión. Entonces Aarón [el Sumo Sacerdote] echará suertes sobre los dos machos cabríos, uno para el Señor y otro para soltarlo en el desierto. Aarón [el Sumo Sacerdote] ofrecerá como sacrificio expiatorio el macho cabrío que le tocó al Señor” (v.7-9).

“Luego degollará el macho cabrío del sacrificio expiatorio en favor del pueblo. Llevará su sangre detrás de la cortina, y hará con esa sangre lo mismo que hizo con la del novillo: la rociará sobre y delante del propiciatorio. Así hará propiciación por el santuario para purificarlo de las impurezas y transgresiones de los israelitas, cualesquiera que hayan sido sus pecados. Hará lo mismo por la Tienda de reunión, que está entre ellos en medio de sus impurezas” (v.15, 16).

“Aarón saldrá luego para hacer propiciación por el altar que está delante del Señor. Tomará sangre del novillo y del macho cabrío, y la untará sobre cada uno de los cuernos del altar, y con el dedo rociará con sangre el altar siete veces. Así lo santificará y lo purificará de las impurezas de los israelitas” (v.18,19).

“Nadie deberá estar en la Tienda de reunión desde el momento en que Aarón entre para hacer propiciación en el santuario hasta que salga, es decir, mientras esté haciendo propiciación por sí mismo, por su familia y por toda la asamblea de Israel” (v.17).

“Cuando Aarón haya terminado de hacer propiciación por el santuario, la Tienda de reunión y el altar, presentará el macho cabrío vivo, y le impondrá las manos sobre la cabeza. Confesará entonces todas las iniquidades y transgresiones de los israelitas, cualesquiera que hayan sido sus pecados. Así el macho cabrío cargará con ellos, y será enviado al desierto por medio de un hombre designado para esto. El hombre soltará en el desierto al macho cabrío, y éste se llevará a tierra árida todas las iniquidades” (v.20-22).

Este segundo macho cabrío que es enviado vivo al desierto prefigura el tiempo cuando Cristo, al venir Cristo por segunda ocasión, se lleve a su pueblo. Entonces aquellos que rechazaron seguir el plan de Dios serán destruidos por el resplandor de su venida. Así se cumplirá lo descrito en Apocalipsis 20:1-3 “Vi además a un ángel que bajaba del cielo con la llave del abismo y una gran cadena en la mano. Sujetó al dragón, a aquella serpiente antigua que es el diablo y Satanás, y lo encadenó por mil años. Lo arrojó al abismo, lo encerró y tapó la salida para que no engañara más a las naciones, hasta que se cumplieran los mil años. Después habrá de ser soltado por algún tiempo.”

El sacerdote entraba por última vez en ese día al Lugar Santísimo, iba a buscar el incensario que colocó allí al principio de la ceremonia. Lo necesitaría para su obra los próximos días y también el próximo año en el Día de la Expiación. Al final del Día de la Expiación que se celebra en el Santuario Celestial, del cual Cristo es el Sumo Sacerdote, la situación es diferente. En Apocalipsis se agrega un detalle: el incensario es arrojado a la tierra. Al terminar su ministerio, Cristo arrojará el incensario. Ya no habrá una nueva oportunidad. Todos los destinos habrán sido sellados para la eternidad.

“Entonces Aarón entrará en la Tienda de reunión, se quitará los vestidos de lino que se puso antes de entrar en el santuario, y allí los dejará. Se bañará con agua en un lugar santo y se volverá a vestir. Después saldrá y ofrecerá su propio holocausto y el del pueblo. Así hará propiciación por sí mismo y por el pueblo” (Levítico 16:23,24).

La experiencia del día terminaba cuando el Sumo sacerdote salía para bendecir al pueblo con las palabras registradas en Números 6:24-26: “El Señor te bendiga y te guarde; el Señor te mire con agrado y te extienda su amor; el Señor te muestre su favor y te conceda la paz.”

El pueblo estallaba en júbilo, pues “en dicho día se hará propiciación por ustedes para purificarlos, y delante del Señor serán purificados de todos sus pecados” (Levítico 16:30). Todos los participantes en el plan de Dios habían sido salvos. Pero quienes rechazaban este plan, eran cortados del pueblo y morirían por su pecado.

¡Esta es una buena noticia! Al final del día de la expiación los que aceptaron el pacto de Dios no eran condenados. Los únicos condenados eran quienes rechazaron el plan de Dios. “Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, aquel que se sentó a la derecha del trono de la Majestad en el cielo, el que sirve en el santuario, es decir, en el verdadero tabernáculo levantado por el Señor y no por ningún ser humano” (Hebreos 8:1,2). “Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos” (Hebreos 4:16).

Ahora mismo Cristo está ministrando en el Santuario que está en el cielo por quienes hemos aceptado su plan. Presenta nuestras vidas como evidencia de su poder transformador de vidas. Y pronto vendrá por nosotros para llevarnos con él a vivir por siempre. Ahora es nuestra oportunidad de refrendar diariamente que aceptamos a Cristo como nuestro Salvador personal. Tenemos la oportunidad de confiar en sus promesas.

¿Crees que el mensaje del Santuario es una buena noticia? ¿Te gustaría que otros sepan esta buena noticia? Pues compártela con todos los que te rodean. Preséntales a Cristo e invítalos a aceptarle como Salvador. Comprométete con Dios para ser uno de sus mensajeros.

Gracias por escribir sus comentarios. Continuará la próxima semana…


Todos los textos de la Biblia, excepto cuando se indica lo contrario, han sido citados de la Nueva Versión Internacional publicada por la Sociedad Bíblica Internacional en 1979.

viernes, 2 de abril de 2010

Paso 6: La testificación

Una tercera necesidad del bebé recién nacido es la de moverse. Hay una ley en la vida: todo lo que vive, se mueve, y lo que no se mueve, no tiene vida. ¡Hasta los árboles se mecen! ¡Y la hierba del campo también! La vida del cristiano no puede transcurrir en la inactividad. Aunque algunos pasan mucho tiempo sentados frente al televisor y el fin de semana mucho tiempo sentados en una banca del templo. Son cristianos de aparador, como los maniquíes. Siempre en exhibición, nunca en acción.

Hace algunos años escuché esta historia por parte de un colportor[1]: Un día llegó a visitar un hogar. Saludó amablemente al dueño, quien lo invitó a pasar a su estudio. Después de una breve introducción, se inclinó para sacar de su portafolio los libros que estaba ofreciendo. El cliente alcanzó a verlos, todavía en el interior del portafolio y rápidamente le dijo: “¡Ni los saque! Ya sé de qué se trata.” El colportor intentó explicarle que eran obras de mucho beneficio para las familias. Pero el cliente volvió a decir: “¡Ni los saque! Ya sé de qué se trata… ¡Son libros excelentes! ¿Cuándo me los puede traer?”

Esta situación no se repite todos los días. El colportor quiso esforzarse para obtener un pedido, que ya estaba asegurado. Así que el cliente se levantó de su asiento, se dirigió al librero y abriéndolo le mostró todos los libros que anteriormente había comprado a otros colportores. “Los he leído todos y son excelentes. Por eso no necesito que me convenza de adquirirlos. Yo los quiero.”

“Sé que son libros de la Iglesia Adventista. A través de ellos he aprendido lo que ustedes enseñan de la Biblia. Es más, mi vecino es adventista. Cada sábado por la mañana sale muy bien vestido, con su Biblia bajo el brazo. Se sube a su auto con su familia y se van a la iglesia. Al mediodía regresan.”

“Tiene más de diez años de ser mi vecino. Pero nunca se ha acercado conmigo para invitarme a su iglesia, o a estudiar la Biblia. Tampoco nunca me ha hablado de su Dios, o de lo que él cree. Por eso ni siquiera se imagina que yo sé todo lo que él cree.”

Este vecino es un típico cristiano de aparador, convencido de que es suficiente con exhibirse delante de los que le rodean con su Biblia y de esa manera ha dado testimonio.

El Señor Jesús dijo: “Ustedes son la luz del mundo. Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo” (S. Mateo 5:14,16). Así pues, el tercer mueble dentro del Lugar Santo es el candelabro de siete brazos (Menorah) que representa nuestro testimonio.

Este testimonio es muy importante. Apocalipsis 12:11 dice: “Ellos lo han vencido [al Dragón] por medio de la sangre del Cordero y por el mensaje del cual dieron testimonio; no valoraron tanto su vida como para evitar la muerte.”

Cuando uno continuamente da testimonio de su fe, tarde o temprano alguien en algún lugar querrá saber más y le hará alguna pregunta para la cual no tiene respuesta. Eso le llevará a buscar la respuesta en la Palabra de Dios. Pero para entender correctamente la Palabra de Dios acudirá a Dios en oración. Así se forma un círculo virtuoso de testificación – Estudio de la Palabra de Dios – Oración que se repite una y otra vez.

Por otro lado, si uno nunca da testimonio de su fe, descubrirá que nadie se interesará en preguntarle alguna cuestión que usted no sepa. Tarde o temprano descubrirá que ya lo sabe todo y no necesita estudiar la Biblia más. Con el tiempo también dejará la oración. Este es un camino descendente que lleva a la muerte espiritual.

Y cuando un cristiano deja de orar, le sucede lo mismo que a un ser humano que deja de respirar: se muere. ¡Alabado sea Dios! Porque aún en esa triste condición hay esperanza. ¡Dios puede resucitar a los muertos!

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Todos los textos de la Biblia, excepto cuando se indica lo contrario, han sido citados de la Nueva Versión Internacional publicada por la Sociedad Bíblica Internacional en 1979.


[1] Un colportor es un ministro cristiano que distribuye Biblias y libros con un mensaje de salud, bienestar familiar y bienestar espiritual.

viernes, 26 de marzo de 2010

Paso 5: Comunión con Dios, mediante el estudio de su Palabra

Respirar no es la única necesidad del bebé recién nacido. Cuando ya está respirando bien, ¿cuál es la segunda necesidad que se debe atender? Definitivamente, la de alimentarse. La respiración es indispensable para vivir, pero la alimentación es indispensable para crecer y tener fuerzas. Una persona que no se alimenta bien no tiene fuerzas para vivir.

En el Lugar Santo encontramos alimento. Hay una mesa repleta de pan. Es la mesa de los panes de la presencia. Había 12 panes sobre ella, un pan por cada una de las tribus de Israel. “Cada torta debe pesar cuatro kilos” (Levítico 24:5). Esto significa que Dios provee de suficiente alimento para su pueblo.

El pan tiene muchos simbolismos, pero en esta ocasión haré referencia al que desprendemos de las palabras del Señor Jesús a Satanás: “Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios” (S. Lucas 4:4 RV60). Así pues, el pan representa la Palabra de Dios.

Este no es el único pasaje de la Biblia en que se simboliza a la Palabra con el pan o con el alimento. Por ejemplo, Jeremías escribió: “Al encontrarme con tus palabras, yo las devoraba; ellas eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo llevo tu nombre, Señor, Dios Todopoderoso” (Jeremías 15:16).

El alimento nos da energía para avanzar por el camino de la salvación. Sin el alimento de la Palabra de Dios, podemos desfallecer fácilmente. Por esta razón, el Señor Jesús dijo: “Ustedes estudian con diligencia las Escrituras porque piensan que en ellas hallan la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio en mi favor!” (S. Juan 5:39). La vida no puede sostenerse por mucho tiempo sin alimento.

¿Conoces el Salmo 23? Es probable que hasta de memoria lo sepas. Pero, ¿habías pensado que la mesa que aparece en este salmo es la mesa de los panes de la presencia? Hay algunas palabras claves que así lo indican. Pero primero debemos ubicarnos. La mesa de los panes estaba colocada en el lado norte del lugar santo.

El norte en la Biblia es más que uno de los puntos cardinales de la tierra. Con frecuencia no se refiere a una orientación geográfica, sino al lugar por donde llega el enemigo del pueblo de Dios para atacar. Babilonia, Medo Persia, Asiria, quienes históricamente invadieron a Israel, tenían su territorio al este de Israel. Pero un desierto se interponía entre ellos. Los ejércitos habrían perecido antes de llegar a Israel para atacarla. ¿Cuál era la solución? Rodear el desierto y llegar a Israel por el norte.

El principal enemigo del pueblo de Dios es Satanás. El profeta Isaías haciendo una referencia a la caída de Lucero (quien se convirtió en Satanás) escribió: “Decías en tu corazón: «Subiré hasta los cielos. ¡Levantaré mi trono por encima de las estrellas de Dios! Gobernaré desde el extremo norte, en el monte de los dioses.” (Isa 14:13). Satanás es el rey del norte, el que aflige (angustia) al pueblo de Dios.

Por eso el Salmo 23 dice: “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.” La copa a la que se hace referencia era parte de los utensilios que acompañaban a la mesa. En ella se colocaba el aceite para la libación.

Ciertamente la mayoría de los cristianos actualmente no padece persecución física, pero pronto vendrá una que sacudirá los cimientos de nuestra fe. ¿Podremos resistir dicho ataque? Sólo si nos hemos alimentado abundantemente con la Palabra de Dios.

Entretanto que ese momento llega, somos atacados por diversas crisis que nos causan gran angustia: los problemas económicos, la enfermedad, la muerte. Las malas noticias nos rodean y nos ahogan por todos lados y en todo momento. ¿Cómo enfrentarlas? ¿Cómo mantenernos en pie? ¿Cómo evitar desfallecer? Dios ha hecho provisión suficiente para todos por medio de sus promesas. Nunca se agotará el poder sustentador de su Palabra.

Por eso el Salmista dice: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo. Tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Salmos 23:4 RV60). Ante el desaliento, la Palabra nos alienta.

“Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar; aunque rujan y se encrespen sus aguas, y ante su furia retiemblen los montes” (Salmo 46:1-3)

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Todos los textos de la Biblia, excepto cuando se indica lo contrario, han sido citados de la Nueva Versión Internacional publicada por la Sociedad Bíblica Internacional en 1979.

viernes, 19 de marzo de 2010

Paso 4: Comunión con Dios, mediante la oración

Sin duda sabemos que todo ser humano nacido necesita respirar. Esa es su primera y más apremiante necesidad. Porque aunque el bebé haya nacido vivo, si no respira, pronto morirá. ¿Cómo hace el médico o partera que recibe al bebé para tener la certeza de que respira? Con toda seguridad no puede preguntarle, pues el bebé no puede responderle.

Pero hay una forma muy sencilla de saberlo: cuando el bebé llora. Si el bebé no llora espontáneamente, será necesario estimularlo mediante una nalgada. También hay que limpiar sus vías respiratorias. Y es que no es posible llorar sin estar respirando.

El sonido del llanto se produce como resultado de la salida de aire de los pulmones. Pero antes de salir aire, debió entrar. Y al proceso de entrada y salida de aire de los pulmones le llamamos respiración o aliento. Es muy común en el futbol que un jugador reciba un golpe y “le saquen el aire”. ¿Alguien ha escuchado el pedido de auxilio de un jugador en esa condición? Definitivamente NO. La razón es muy simple: no se puede hablar, menos gritar cuando no se tiene aire.

Todo ser humano que vive, tiene la necesidad de respirar. De otro modo, muere. Así también un cristiano tiene la necesidad de respirar espiritualmente.

En el interior del Lugar Santo había un altar sobre el cual se quemaba incienso continuamente. El incienso al quemarse producía una nube que llenaba el santuario y su aroma podía sentirse a la distancia. Cualquiera que hubiese ingresado al lugar santo tendría que haber respirado el incienso.

En Apocalipsis 5:8 dice lo siguiente: “Cuando lo tomó, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones del pueblo de Dios.” El incienso representa las oraciones del pueblo de Dios. Esta es la primera y más apremiante necesidad de todo aquél que sigue a Cristo.

Un cristiano que no ora continuamente es como un ser humano que no respira continuamente. ¿Qué le sucede a un humano que no respira? Se muere. ¿Qué cree que le pasa a un cristiano que no ora? ¡Se muere espiritualmente!

Poco tiempo después de que se ha sucedido un deceso, el cuerpo humano se pone rígido, tieso. El cuerpo ya no oye, no habla, no mira, no se mueve. ¿Ha conocido a alguien que alguna vez profesó seguir a Cristo, pero dejó de orar? Si le habla de la palabra de Dios, no le escucha. Si lo invita a ir a la iglesia no se mueve para ir. Si le pregunta acerca de su fe, no le responde. El diagnóstico: ha muerto espiritualmente.

Desafortunadamente con mucha frecuencia, esos muertos espirituales son muy cercanos a nosotros. Algunos de nosotros tenemos hijos que de pequeños aceptaron a Cristo, pero con el paso de los años se apartaron del camino de salvación y vida. Otros tienen a su esposo o esposa, o un padre o madre que se han alejado de Dios y con seguridad la causa de esta muerte espiritual tiene su raíz en la falta de oración personal.

¿Cuánto tiempo puede usted estar sin respirar? ¿Una semana? ¿Un día? ¿Una hora? ¿Menos? ¿Será por eso que el Apóstol escribe: “oren sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17)? Y en el libro “El camino a Cristo” hay una frase que dice: “La oración es el aliento del alma.”

Orar sin cesar no significa que debemos estar de rodillas todo el día. Tampoco es un permiso para dejar de ir al trabajo o a la escuela. Orar sin cesar significa que “ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31).

Antes de hacer cualquier cosa, pregúntese si en ello Dios es glorificado. Si Dios es glorificado, hágalo. De otro modo, evite hacerlo. Si constantemente nos cuestionamos y procuramos hacer sólo lo que glorifica a Dios, estamos orando sin cesar mientras barremos, lavamos la ropa, cuidamos de los hijos, trabajamos, vendemos, comemos, nos recreamos…

Pero respirar no es la única necesidad del bebé recién nacido. Cuando ya está respirando bien, ¿cuál es la segunda necesidad que se debe atender?

Gracias por escribir sus comentarios. Continuará la próxima semana…


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